Las Leyes de la Salud (Verdad Fundacional Volumen 4) Parte 1 Autor: Peter Tan

PREFACIO 

 

Muchas personas que ha recibido sanación, la pierden más tarde debido a que no han entendido las leyes de la salud. Otros han recibido oraciones pero nunca han sido sanados ni han experimentado una salud completa. Incluso ministros con ministerios se sanación caen enfermos. Enfermarse de manera ocasional ha sido aceptado como la norma. 

La gran necesidad en el cuerpo de Cristo no es descubrir las leyes de la sanación, sino descubrir las leyes de la salud. Es mucho mejor permanecer en saludable que enfermarse y después ser sanado. Jesús nunca estuvo enfermo durante el tiempo de su ministerio en la tierra. Él es nuestro ejemplo. 

En este libro buscamos traer luz a algunas leyes básicas de la salud que se encuentran en la Biblia. Esperamos que puedan traer una mayor salud a medida que las  practica. 

Deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. (3 Jn. 2). 

Pastor Peter Tan 


CAPITULO 1 


LA VOLUNTAD DE DIOS 

La voluntad perfecta de Dios para sus hijos es que puedan disfrutar de una salud perfecta. Es maravilloso ser sanado. Pero es más maravilloso aun permanecer con buena salud y no enfermarse nunca. La salud era una parte del viejo pacto que Dios prometió a los israelitas. Dios dijo que el quitaría toda enfermedad de en medio de ellos (Ex. 23:25). Los israelitas debían experimentar la libertad de toda enfermedad –la salud divina era su privilegio. Este pacto fue expuesto con más detalle en Deuteronomio capitulo veintiocho.  

El apóstol Juan  expresa la voluntad de Dios cuando escribe a Gayo diciendo que había orado por la salud de Gayo (3 Jn. 2). Tener buena salud no es un accidente. Tampoco debe ser dada por sentado y solo apreciada cuando uno cae enfermo. La salud es producida, mantenida, es una consecuencia de guardar en armonía las leyes que gobiernan el espíritu, el alma y el cuerpo. El descuido en uno de estos reinos puede alterar el equilibrio. 


El Balance Entre El Espíritu, El Ama Y El Cuerpo. 

Es una experiencia común que lo que sucede ya sea en el espíritu, el alma o el cuerpo, va a afectar a las otras dos partes. El cansancio físico afecta nuestra habilidad mental para concentrarse. Los pensamientos de ira o depresión pueden afectar nuestro apetito. La falta de tranquilidad espiritual agita nuestras almas. El reino espiritual es la influencia predominante de las tres. Sin embargo, la influencia del alma y del cuerpo no puede ser descuidada. 

El hambre física de Esaú hizo que fuese cegado respecto al valor de su primogenitura (Gen. 25:29-34). Muchos cristianos han tomado decisiones precipitadas  basadas en sus propios apetitos naturales. Jesús fue tentado por Satanás a satisfacer sus necesidades físicas por medio del mal uso del poder de Dios (Mat. 4:213). La fuerza de la tentación estaba amplificada por el hambre física que Jesús sentía.  

Pablo, al escribir a los corintios, hablo sobre como los esposos pueden abstenerse de las relaciones sexuales, con consentimiento de ambos, con el propósito de ayunar y orar (1 Cor. 7:4,5). Sin embargo, él les aconseja unirse de nuevamente pasado ese tiempo, para que Satanás no tenga la oportunidad de tentarlos.   Podemos ver aquí, como nuestros deseos espirituales pueden anular y controlar nuestros deseos sexuales. El hombre espiritual puede tomar ascendencia sobre el cuerpo. Pero aun debemos conocer el balance entre espíritu y cuerpo –la necesidad de los esposos de unirse nuevas mene- para que Satanás no los tente. 

Epafrodito no entendía la necesidad de su cuerpo por un descanso apropiado y cayó enfermo (Fil. 2:27, 30). El rompió las leyes naturales del sueño. Su cuerpo fue debilitado y cayó enfermo. Muchos hombres de Dios, cuyo celo los ha superado, han arruinado sus cuerpos físicos a través del trabajo excesivo. Han olvidado que aún no han recibido sus cuerpos resucitados.  Por otro lado, reconocemos que en ocasiones Dios nos permite  vivir por encima de las limitaciones naturales. Moisés vivió cuarenta días y cuarenta noches sin comida ni agua (Deut. 9:9). Probablemente estuvo también sin dormir. 

El secreto es comprender el balance entre el cuerpo, el alma y el espíritu. Necesitamos desarrollar una relación cercana con Dios, de manera que podamos discernir  cuando Él nos permita romper las leyes físicas a través de la dotación del espíritu, y cuando Él quiere que nos atengamos a ellas. No se trata de conocer una formula, se trata de tener una relación. 

A este respecto, los ministros de Dios deben saber discernir la cantidad de tiempo que deben pasar con su familia. Sacrificar la familia en el altar del celo a ciegas, hasta el punto  donde los descuidas, no es martirio, es tontería. Por el contrario, pasar todo tu tiempo con ellos y descuidar el llamado y el ministerio de Dios, es ponerlos primero que Dios, y esto es idolatría. La clave entonces, es no descuidad ni lo espiritual  ni lo natural, sino tener un balance entre ellos.  


Los Beneficios De Un Balance Apropiado 

La mayoría de las personas que tienen  trabajos de oficina no obtienen suficiente ejercicio físico. Como tal, la mayor parte de ellos desarrollan dolores de espalda en algún punto de sus vidas.  Algunos cristianos   olvidan que ellos todavía viven en un cuerpo  físico que no fue diseñado para estar encerrado en una oficia día y noche. Una simple caminata de media hora todos los días les habría traído mas alivio que todos sus clamores a Dios por sanación. 

No estoy abogando por pasar todo nuestro tiempo, ansiosos por el plano físico. Pero si deseo hacer a los cristianos consientes del hecho de que aún no poseen sus cuerpos resucitados. Por tanto, ellos necesitan pasar al menos algún tiempo, varios días a la semana, manteniendo sus cuerpos físicos en forma, para que Dios pueda usarlos para Su gloria.  

Ha habido tiempos en los que he emprendido proyectos que demandaban toda mi  concentración  física y espiritual. Luego de muchas horas de intensa concentración, suelo hacer una pausa y realizar una caminata. Cuando regreso para continuar con el proyecto, me encuentro física, mental y espiritualmente refrescado y rejuvenecido.  

En ocasiones he luchado con conceptos teológicos que estiran mi imaginación a sus límites. En tales momentos suelo tomar una larga caminata y luego regreso para buscar entender las meditaciones de mi corazón.  Es solo cuando nuestros cuerpos físicos están saludables que nuestras almas y espíritus pueden alcanzar todas sus capacidades. Lo contrario también es cierto. Ninguno puede negar que haya un intrincado vínculo  entre el espíritu, el alma y el cuerpo. 

La  vida balanceada de Jesús 

Un estudio de la vida de Jesús nos mostrará que él  pasaba muchas horas de su tiempo caminando. La distancia entre los pueblos y aldeas en los que se movía variaban entre unas pocas millas hasta llegar a las 60. Además de eso, frecuentemente subía al Monte De Los Olivos para orar –a una altura de dos mil setecientos veintitrés pies. Muchas de sus enseñanzas fueron dadas a sus discípulos mientras caminaban de un pueblo a otro. 

Jesús reconocía la necesidad de apartarse a descansar. En una ocasión, cuando los discípulos estaban muy ocupados en el ministerio,  Jesús les dijo que se apartaran a un lugar desierto para descansar un poco (Mc. 6:31).  La multitud los siguió, pero la Biblia nos dice que sí tuvieron algún tiempo para ellos mismos antes de que la multitud se reuniera (Mc. 6.32).  Después de alimentarlos, Jesús despachó a la multitud y se fue a una montaña a orar (Mc. 6:46). 

Jesús sabía cómo estar a solas para orar. También tenía su lugar favorito en el Getsemaní donde solía orar (Jn. 18:1,2). Jesús sabía como buscar la renovación  de orar en el Jardín, aun cuando muchas casas habrían estado abiertas para Él en  cualquier momento que Él lo solicitara.  Jesús, siguiendo la guía del Espíritu Santo vivió una vida balanceada. Su vida espiritual era predominante pero nunca descuido lo físico. 

Es sorprendente que Jesucristo, en medio de un plan de salvación cósmico, mientras moría en la cruz, pueda preocuparse  por las necesidades de María (Jn. 19:26,17). A  partir de ese día, Juan recibió a María en su  casa. 


La salud brota de la armonía 

Pablo afirma que el ejercicio corporal para poco es provechoso y que la piedad para todo aprovecha (1 Tim.  4:8). Él no está degradando el ejercicio físico, más bien, está señalando a la naturaleza temporal de todas las cosas físicas. El propósito de mantener un buen cuidado físico es que podamos estar saludables para servir a Dios mejor. No simplemente para aumentar nuestra belleza o nuestros atributos por las recompensas físicas. Nuestras metas y propósitos cristianos en esta vida están todos orientados hacia la eternidad.  

La piedad para todo aprovecha. La verdadera piedad  debe enseñarnos un balance entre los tres reinos del espíritu, alma y cuerpo. Después de todo, fue Dios quien creo al hombre con un cuerpo físico. La piedad no solo trae beneficios en el plano espiritual sino también en el  plano natural. Solo el hombre lleno del Espíritu sabrá como balancear la armonía entre el Espíritu, el alma y el cuerpo. El hombre natural  colocará demasiado énfasis ya sea en el plano mental o en el natural, con resultados desastrosos.  

Recibir y mantener salud divina, se basa en la comprensión de las leyes que operan en el espíritu, el alma y el cuerpo. El testimonio más grande que un cristiano puede dar  no es el de la sanación. Es el testimonio de la salud –libertad total de la enfermedad- a través del poder del Espíritu Santo.


Parte 2 


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